Sobre mí

Soy licenciada en Informática por la Universidad de Granada, especialidad Inteligencia Artificial.
Hice el Curso de Adaptación Pedagógica (C.A.P.) para poder dar clase en un instituto.
A punto de terminar la carrera, comencé a trabajar como becaria en el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas). Más tarde me licencié y empecé a trabajar en la empresa privada, hasta que finalmente terminé en una empresa de telecomunicaciones hasta hoy día, envuelta en la Ingeniería del Software. Una vez inmersa en el mundo laboral, decidí seguir mis estudios de doctorado en la UNED. Cuando ya estaba a punto de decidir mi tesis, me di cuenta que no me motivaba ninguna investigación ni estudio enfocado al frío software. Y al decidir no doctorarme, abrí los ojos y me di cuenta que enfoqué mis objetivos  exclusivamente al mundo laboral donde ya estaba activa. Entonces, empecé a plantearme que lo único que me motivaba de mi trabajo era el dinero (aunque que nadie piense que me he enriquecido, más bien poco conforme a las exigencias de horas de dedicación y esfuerzo). Tener esa única motivación es un error, pues creo que si solo te lleva a moverte lo materialista, al final no hay nada, la persona está vacía. Empecé a recordar a qué jugaba cuando era pequeña y vi que lo que más hacía era jugar a maestros, siempre con una pizarra (incluso recuerdo que me fabriqué yo misma una porque no encontraba la ideal, la que quería, y no encontraba en las tiendas de juguetes), con mi colección de tizas blancas y de colores, intentando utilizar a mis hermanos más pequeños como alumnos míos y a mi madre regañándome "¡no sacudas el borrador ahí que lo vas a llenar todo de polvo!". Entonces, el recuerdo, me llevó a plantearme que ¿por qué no estudié yo Magisterio? Y recordé también que en mis tiempos de bachiller y COU solo estudiaban esa carrera alumnos que habían sido mediocres en el cole, repetidores en el instituto y porque no pedían una nota alta de selectividad. Que me perdonen todos los que escogieron estudiarla, porque ni son mediocres, ni vagos y, por supuesto, son unos valientes. Yo hubiese entrado sin problemas en esa carrera, si hablamos de baremos, de notas, de calificaciones, pero claro, todo el mundo me aconsejó hacer la ingeniería, desde profesores hasta familiares, pues era una buena estudiante y sonaba mejor que ser una simple maestrilla, rodeada de plastilina y mocos. ¡¡Qué error!!

Ahora sé que lo único que me gusta del software es usarlo, no diseñarlo, ni programarlo, ni documentarlo, ni etc, etc,,,, Pero también reconozco que siempre he sido lo que denominan una "nativa" de las TICs y que mi creatividad me permite llegar a buenas soluciones analizando los problemas y dándole un enfoque tecnológico. También he de señalar que en mi experienza laboral solo me he encontrado competitividad, egoísmo, envidias, mentiras.... y esto me hace pensar que,  después de todo, se ha mamado esas conductas en la misma educación: los maestros siempre valoran con un número a los alumnos, creando ellos mismos futuros ciudadanos competitivos (tú vales más porque sacas un 9 de media y tú menos porque sacas un 5), fomentando envidias, y, lo más  dañino para la persona: bajando la autoestima en los pocos valorados, limitando posibilidades que podrían haber desarrollado entre sus capacidades. Calificaciones en números enfocadas solo al mundo laboral. Y los padres regañan a los hijos porque no sacan buenas notas. Y esta sociedad no es más que el fruto de lo que se inculca desde pequeños en los colegios, y es redundante decir que también desde la familia, pues la propia familia ha sido inculcada de la misma forma en las escuelas, luego es un círculo.

Ahora tengo claro que esta educación del sistema en general no la quiero para mis hijos, ni que mis hijos sean meros competidores egoístas envidiosos y mentirosos. Claro, yo no soy una "Roger Schank" que va a arreglarla (pincha aquí para ver el vídeo), pero sí que me ilusiona poder aportar algo bueno a ella. Por eso me he metido en este mundo, y porque siempre me ha gustado el tema de la enseñanza. No quiero tampoco llegar y olvidar todo lo aprendido en mi experiencia y profesión actual, por eso me gustaría innovar y crear en la educación, al igual que se innova y crea en la tecnología, lo que no sé todavía cómo, pero sí que debe ser una educación cercana, cariñosa, que trasmita valores, emociones, no solo saberes de conocimientos y teorías. Como alguien dijo una vez, si el conocimiento no ocupa lugar, los valores tampoco. Y usemos la creatividad para cambiar la educación. Pensemos y actuemos.


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